La pandemia COVID19 sigue presente, la incidencia no está aún en cifras que indiquen suficiente control epidemiológico para considerarla controlada, se mantiene un número significativo de pacientes ingresados en las plantas y en las UCIs de los hospitales… Y sin embargo, las imágenes del fin de semana en todo el país y la tendencia social que apreciamos en la relajación de las medidas de precaución más elementales -por mucha “fatiga pandémica” que arrastremos-, resultan descorazonadoras para los profesionales sanitarios y nos vemos en la obligación moral de hacer de nuevo, un llamamiento al sentido común.
En nuestra opinión, el estado de alarma no debe finalizar hasta alcanzar la inmunidad colectiva y cifras muy bajas de incidencia, sino modularlo en función de las circunstancias y el consenso de los expertos en salud pública y los responsables políticos. Es el instrumento jurídico que más seguridad aporta. Lamentablemente ya desde el inicio de la pandemia, la deslealtad política impidió, a diferencia de países de nuestro entorno, que las decisiones en la gestión de la misma tuvieran una lógica epidemiológica y no, como así fue desde el primer momento, de confrontación partidista.
Ahora bien, llegados a este punto, conviene resaltar algunas de las medidas más importantes que tanto los ciudadanos, desde su responsabilidad individual, como los gestores sanitarios convendría que priorizaran:
- Las reuniones familiares y sociales en espacios cerrados (sobre todo comidas y cenas en domicilios particulares donde es más habitual obviar la mascarilla y la distancia individual) entre no convivientes, siguen siendo la actividad de mayor riesgo y deben evitarse. Trasladar al máximo las actividades sociales a los exteriores es la opción más razonable.
- No son aceptables, y deben ser disueltas, las aglomeraciones colectivas como los botellones o fiestas masivas, en las que se abandonan las medidas de protección básica, sobre todo cuando coinciden con consumo de alcohol, y pueden convertirse en eventos de “supercontagio”.
- Ahora es más importante aún, con un número de nuevos casos asumible, un rastreo intensivo y un control estricto de los contactos estrechos que deben estar aislados el tiempo necesario. Reforzar, en esta tarea, las estructuras de salud pública y su coordinación con Atención Primaria, tiene que ser objetivo fundamental para los responsables sanitarios gallegos.
- Para reforzar la seguridad de la necesaria reactivación económica en los sectores de la hostelería y el comercio, es imprescindible desarrollar prácticas normativizadas de ventilación y control de la salubridad del aire en los espacios cerrados.
- Es necesario poner en marcha lo antes posible, un plan de refuerzo y reactivación asistencial en la sanidad pública, cuyos profesionales están al límite del esfuerzo continuado en muchos casos y merecen por su especial contribución a la lucha contra la COVID9 la traducción de los aplausos de hace unos meses en reconocimiento y mejora de sus condiciones de trabajo.
De nuevo, reclamar sentido común, solidaridad colectiva y un tiempo, ya cada vez más corto con la esperanza firme de la vacunación, de razonable responsabilidad individual con independencia del levantamiento de las restricciones.
Junta Directiva Colegio Médico de Ourense
Noticias relacionadas:
- Las imágenes del fin de semana son descorazonadoras para los profesionales sanitarios
- El estado de alarma no debe finalizar hasta alcanzar la inmunidad colectiva
- El Colegio de Médicos, “descorazonado” por las imágenes del fin de semana
- Los médicos piden “sentido común” tras el estado de alarma